Por qué el control de accesos privilegiados debe ser una prioridad para las organizaciones sanitarias
En los últimos años, los ataques a organizaciones sanitarias han demostrado que la ciberseguridad en sanidad vive un momento crítico. Los hospitales y centros de salud ya no solo deben adaptarse a cambios en la salud pública, sino también a amenazas cibernéticas en constante evolución, muchas de ellas agravadas por identidades robadas o accesos privilegiados comprometidos.
Ya sea por amenazas internas, ciberataques externos o simples errores humanos, las consecuencias pueden ser devastadoras. Entre las amenazas más comunes para los centros sanitarios destacan:
- Malware y ransomware
- Ataques DDoS
- Fugas de datos personales
- Phishing
La diferencia con otros sectores es que, en sanidad, un ciberataque no solo supone una pérdida económica o de reputación: puede poner vidas en peligro.
Los datos lo confirman: según el último informe de ENISA, el sector salud concentra el 8% de los incidentes de ciberseguridad en la UE, solo por detrás de la administración pública, y el ransomware representa más de la mitad de estos ataques. Los hospitales son el objetivo más frecuente, seguidos por autoridades de salud y la industria farmacéutica, con el robo de datos médicos como motivación principal. El valor de una historia clínica en el mercado negro puede superar los 1.000 dólares (unos 850 euros), muy por encima del precio de una tarjeta bancaria (entre los 1 y 6 dólares, es decir, entre 0.85 céntimos y 5 euros), lo que convierte a este sector en un blanco especialmente lucrativo.
Por qué los ciberdelincuentes apuntan a la sanidad
El sector sanitario ha avanzado rápido hacia la digitalización. Historias clínicas electrónicas, datos de salud en la nube, portales web para pacientes, dispositivos IoT médicos… Todo esto ha mejorado la atención, pero también ha ampliado enormemente la superficie de ataque.
A esto se suman problemas como software obsoleto, sistemas sin soporte y escasez de personal especializado en ciberseguridad. Para los atacantes, los hospitales son objetivos “ricos” en datos y vulnerabilidades. Un historial médico puede alcanzar en la dark web un valor similar al de los datos de una tarjeta de crédito.
El alto coste de un ataque
Según el Cost of a Data Breach Report 2025 del Ponemon Institute, el coste medio de una filtración de datos en el sector sanitario asciende a 7,42 millones de dólares (6,32 millones de euros). Este sector sigue siendo, por duodécimo año consecutivo, el más costoso para gestionar una brecha de seguridad.
Pero el impacto no se mide solo en dinero:
- La pérdida de acceso a historiales o equipos vitales puede tener consecuencias clínicas graves.
- Estudios muestran que las brechas de datos aumentan la tasa de mortalidad hospitalaria a 30 días.
- Cumplir con normativas como la Directiva NIS2 o el RGPD es obligatorio, y las sanciones por incumplimiento son elevadas.
El papel del control de accesos privilegiados (PAM)
Los hospitales trabajan con un gran número de usuarios con permisos especiales: personal interno, proveedores externos, técnicos de la nube, contratistas… Controlar quién tiene acceso, cuándo y para qué, es complejo, pero esencial.
Las soluciones de gestion de accesos privilegiados (PAM) permiten:
- Proteger y gestionar cuentas con privilegios elevados.
- Monitorizar y registrar todas las sesiones de usuarios privilegiados.
- Evitar que un atacante, una vez dentro, pueda moverse por la red y acceder a datos críticos.
Sin este control, es más fácil que un acceso comprometido derive en el robo de historiales médicos, la manipulación de sistemas o la interrupción de servicios.
Cuando cada minuto cuenta
Los incidentes de ransomware que han afectado a organizaciones sanitarias han paralizado servicios, bloqueado el acceso a historiales y retrasado la atención a pacientes, generando rescates millonarios y filtraciones masivas de datos.
Este tipo de ataques demuestran que, aunque no hay una solución mágica, reducir la capacidad de los ciberdelincuentes para explotar accesos privilegiados es una de las medidas más efectivas para limitar daños.
Conclusión: En sanidad, proteger el acceso privilegiado no es opcional: es proteger la vida de los pacientes, la reputación del centro y su viabilidad operativa.