Secure Third-Party Access
El acceso seguro de terceros es ahora un reto crítico para las organizaciones que dependen de socios externos, proveedores y contratistas para operar de forma segura en un mundo digital. Cada vez más empresas recurren a terceros para mantener su competitividad a nivel global. Sin embargo, esta dependencia genera importantes retos de seguridad, ya que los perímetros tradicionales desaparecen y los sistemas sensibles deben ser accesibles desde entidades fuera del control directo de la organización. La antigua distinción entre usuarios internos confiables y actores externos no confiables ya no es válida.
Las necesidades de acceso de terceros abarcan desde colaboraciones temporales hasta asociaciones estratégicas a largo plazo. Cada tipo de relación representa perfiles de riesgo y exigencias diferentes que desafían los modelos clásicos de seguridad. Por lo tanto, las organizaciones deben adoptar enfoques avanzados que equilibren las necesidades operativas con los requisitos de seguridad, sin perder visibilidad ni control sobre las actividades de acceso externo.

Analizar el papel de las auditorías de ciberseguridad de terceros en el refuerzo de los acuerdos de colaboración empresarial.
Definición del acceso seguro de terceros
El acceso seguro de terceros incluye las políticas, tecnologías y procesos que implementan las organizaciones para conceder a entidades externas acceso adecuado a los sistemas internos, manteniendo al mismo tiempo controles de seguridad y cumplimiento normativo. Esto va más allá de una simple conexión VPN: abarca la verificación de identidad, la gobernanza de accesos, la supervisión de actividades y la gestión del ciclo de vida de la relación.
Este acceso puede incluir contratistas con acceso a entornos de desarrollo, proveedores conectados a sistemas operativos, socios integrados a aplicaciones de negocio o auditores que acceden a sistemas de cumplimiento. Cada tipo de acceso exige distintas medidas de seguridad, según la sensibilidad de la información, la duración del acceso y las normativas que regulan el intercambio de datos.
Además, la seguridad del acceso de terceros debe abordar desafíos tanto técnicos como empresariales. En lo técnico, se incluyen la arquitectura de red, los mecanismos de autenticación y las capacidades de monitoreo. Por otro lado, los desafíos empresariales implican la evaluación del riesgo del proveedor, las negociaciones contractuales y la gestión continua de relaciones, elementos que afectan la postura de seguridad a lo largo del ciclo de vida de la colaboración.
Factores de riesgo en el acceso externo
Las relaciones con terceros introducen riesgos distintos a las amenazas internas. Las entidades externas operan bajo estructuras de gobernanza, estándares de seguridad y obligaciones regulatorias diferentes, que pueden entrar en conflicto con los requisitos de seguridad de la organización. Aun así, la empresa sigue siendo responsable de la protección de los datos y del cumplimiento.
Además, las prácticas de seguridad de los proveedores varían según su industria o tamaño. Un pequeño contratista puede carecer de controles sólidos, mientras que un proveedor grande puede superar los estándares internos, pero tener una tolerancia al riesgo distinta. Por consiguiente, es difícil establecer una base de seguridad coherente para todos.
El intercambio de datos complica la evaluación de riesgos. Los límites en el acceso, almacenamiento y procesamiento de información a menudo no son claros. Además, la participación de subcontratistas añade capas de exposición y complejidad.
Por último, la dispersión geográfica de los terceros conlleva retos normativos. A medida que los datos cruzan fronteras, se aplican diferentes leyes de privacidad, controles de exportación y requisitos de residencia de datos. Por lo tanto, es esencial navegar por marcos legales complejos sin afectar la eficiencia operativa.
Autenticación e identificación de terceros
La autenticación de terceros representa un reto único, ya que no se pueden gestionar a través de sistemas de identidad empresariales tradicionales. Es necesario crear estrategias de autenticación que verifiquen identidades externas sin comprometer la seguridad ni depender de proveedores externos poco fiables.
Una posible solución es la federación de identidades, que permite aceptar identidades externas mediante estándares seguros, manteniendo el control interno. Sin embargo, esto exige relaciones de confianza con los proveedores de identidad, lo que puede generar dependencias o puntos de fallo adicionales.
La autenticación multifactor es fundamental para el acceso de terceros. No obstante, puede enfrentar resistencia por parte de los usuarios externos o problemas técnicos. Por ello, es crucial equilibrar la seguridad con la experiencia de usuario y aplicar políticas de autenticación consistentes.
Asimismo, la autenticación mediante certificados ofrece alta seguridad, pero requiere una gestión compleja del ciclo de vida: emisión, renovación y revocación. Es necesario establecer procedimientos claros desde el inicio de la relación contractual para garantizar continuidad y seguridad.
Control de acceso y gestión de privilegios
El control de acceso de terceros debe ser granular y adaptarse a relaciones y necesidades diversas. A diferencia de los empleados internos, los terceros requieren perfiles personalizados según contratos, proyectos o requisitos regulatorios.
Los controles de acceso temporales son fundamentales para relaciones breves. Muchas colaboraciones externas necesitan acceso durante ventanas de tiempo específicas, lo que exige sistemas de aprovisionamiento y revocación automáticos.
El modelo de acceso just-in-time ayuda a reducir la exposición. Otorga acceso sólo cuando es necesario, aunque requiere flujos de solicitud y aprobación avanzados, capaces de adaptarse a urgencias empresariales.
La gestión de la escalación de privilegios plantea retos especiales. Algunos terceros necesitan permisos elevados para mantenimiento, soporte o administración. Por lo tanto, se deben definir procedimientos controlados que garanticen el acceso sin perder la supervisión.
Arquitectura de red y segmentación
Diseñar la red para el acceso de terceros implica definir zonas seguras, flujos de tráfico y capacidades de monitoreo. Las arquitecturas tradicionales DMZ no siempre bastan cuando se requiere acceso a múltiples sistemas internos o flujos bidireccionales de datos.
Aquí, los principios de redes Zero Trust encajan bien. Consideran todas las conexiones como potencialmente no confiables y exigen verificación constante. Este enfoque aplica controles homogéneos, independientemente del origen del usuario, y permite visibilidad detallada de las actividades.
Las estrategias de segmentación deben equilibrar aislamiento y operatividad. Algunos terceros requieren acceso a sistemas distribuidos en distintos segmentos, lo que obliga a diseñar caminos seguros sin comprometer la conectividad.
Las arquitecturas de nube privada virtual ofrecen ventajas. Permiten crear entornos aislados con controles específicos y monitoreo integrado. Estos entornos se pueden personalizar por relación, sin interferir con los sistemas centrales.
Supervisión y cumplimiento
Supervisar el acceso de terceros exige capacidades avanzadas, más allá del monitoreo tradicional. Es vital registrar qué acceden, cómo usan la información y dónde se almacena. Esta visibilidad es clave para cumplir normativas y responder ante incidentes.
Los registros de actividad deben ser detallados para respaldar investigaciones forenses, pero también respetar la privacidad. Además, las políticas de retención deben contemplar exigencias regulatorias incluso después de finalizada la relación.
Cada vez más marcos normativos exigen controles específicos: auditorías periódicas, cláusulas contractuales de seguridad y monitoreo constante. Por tanto, se deben establecer procesos que equilibren cumplimiento y eficiencia.
El monitoreo en tiempo real permite detectar comportamientos anómalos que podrían indicar amenazas o violaciones. Sin embargo, se debe implementar con cuidado para evitar alertas excesivas o interferencias en operaciones legítimas.
Aspectos legales y contractuales
La seguridad del acceso de terceros no es solo técnica, también es contractual. Los contratos deben definir claramente responsabilidades, distribución de riesgos y procedimientos ante incidentes. Estas cláusulas deben ser exigibles y permitir auditorías continuas.
Los acuerdos de protección de datos deben detallar el manejo de la información, límites de procesamiento y obligaciones de notificación en caso de brechas. Además, deben ser compatibles con las regulaciones sin obstaculizar la operación.
Proteger la propiedad intelectual se vuelve más complejo cuando terceros acceden a sistemas con secretos comerciales. Por eso, los contratos deben cubrir confidencialidad, limitaciones de acceso y derechos residuales.
Las cláusulas sobre responsabilidades deben abordar escenarios como brechas de seguridad, sanciones regulatorias o interrupciones de negocio. Además, deben reflejar el reparto real del riesgo e incentivar el cumplimiento de las normas.
Buenas prácticas para implementar el acceso seguro de terceros
Para lograr un acceso seguro de terceros se recomienda una implementación por fases, priorizando relaciones de alto riesgo. Así se pueden construir capacidades sólidas antes de extenderlas al resto de relaciones externas.
Se deben aplicar marcos de evaluación de riesgos que analicen la sensibilidad de los datos, el alcance del acceso, la duración del vínculo y las capacidades de seguridad del proveedor. Estas evaluaciones deben guiar decisiones de control y monitoreo.
El proceso de incorporación del proveedor debe incluir evaluaciones de seguridad, negociaciones contractuales y planificación técnica. Todo esto antes de conceder el acceso. Además, debe ser lo suficientemente ágil para no ralentizar el negocio.
Las revisiones periódicas aseguran que los controles se mantengan alineados con la evolución de la relación y del entorno de amenazas. Estas revisiones deben abarcar aspectos técnicos, contractuales y de riesgo.
La integración tecnológica debe considerar la infraestructura existente y las capacidades técnicas del tercero. Las soluciones deben integrarse con las herramientas de seguridad internas y adaptarse a distintos entornos externos.
En resumen, asegurar el acceso de terceros es una pieza clave en la estrategia de ciberseguridad moderna. Requiere enfoques especializados para abordar los retos únicos que implican las relaciones externas. Las organizaciones que adopten estrategias maduras podrán fortalecer sus alianzas sin comprometer la protección de datos ni el cumplimiento normativo.
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